Un nuevo local en San Isidro refuerza y refresca la marca de la Granja Azul, refugio para los amantes del pollo a la brasa desde 1949.
La pandemia trajo algunas novedades en la operación, como el delivery, pero también supuso distintos retos. El pollo a la brasa peruano, como el nombre indica, se cuece en hornos con barras metálicas en las cuales se inserta cada ave entera.
Estas rotan como un todo, y también como unidad, garantizando la cocción uniforme de la carne sin que pierda sus jugos. Cómo y por qué sucede la magia que hace que nuestro pollito sea el preferido del público es algo que solo sus gestores saben. Algunos dicen que está en la maceración; otros en el uso de cerveza o vino; quizá en la combinación de especias y ajíes propios de nuestro terruño. Puede ser la suma de todos estos factores, o puede ser solo un toquecito de sal.
El ingrediente que nunca nos falta, eso sí, es la suerte. En esa casa de Santa Clara, que cumplirá 72 años pronto y por la que han pasado generaciones enteras de familias y comensales, la magia se mantiene intacta.
La pandemia del covid-19 no ha podido mellar en su espíritu, pero las cosas no han sido sencillas. Las puertas del local se volvieron a abrir hace tan solo seis meses, mientras la operación se mantenía a flote con el delivery y un nuevo local en San Isidro cuya construcción estaba en marcha desde mucho antes.
Al inicio, y como respuesta ante la crisis, el camino fue abrir un dark kitchen en Surquillo desde el cual salían los pollos para la venta a domicilio. Actualmente, sin embargo, todo el delivery se gestiona desde el nuevo local de tres pisos ubicado en San Isidro, bautizado como Granja Azul Grill. Allí la oferta incluye bastante más que pollos, se conserva, al igual que Santa Clara, la opción de consumo ilimitado por S/83 y se han añadido por primera vez al menú carnes, pescados y otras alternativas.
Desde entraña angus y hamburguesas, hasta salmón y ensaladas: la línea conductora es la misma, pero la experiencia aquí es distinta. La apertura del tercer local de la marca, ubicado en el Boulevard de Asia, también está prevista para este verano.
Si bien es cierto que la competencia en cuanto a nuevos conceptos de pollos a la brasa aumentó considerablemente durante la pandemia, tanto Picasso como Schuler se muestran optimistas. El suyo es un pollo como ningún otro, premiado y celebrado durante décadas; pero, más allá del sabor, es la persistencia lo que ha sido clave en la construcción de una de las marcas gastronómicas más sólidas y queridas del país.
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